martes, 9 de diciembre de 2008

PARA DOMESTICAR TE HEMOS DEFORMADO

¿CUÁL CRISIS?

Claudio Monge Pereira

Los ideólogos de la chupocracia dominante y sus medios de comunicación masiva, sistemáticamente colocan al Sistema Educativo en la picota, por obra y pensamiento de sus intereses particulares. Esa clase social y sus estamentos, sabiendo que la calidad actual del Sistema les sirve, orquestan campañas hipócritas para buscar, supuestamente, su mejoramiento. Hablan, escriben y hasta berrean acerca de su visión de la calidad de la educación “nacional” y de la gestión de los trabajadores del Magisterio Nacional, ante las cámaras y en las páginas preferidas de los diarios nacionales; la mayoría de las veces sin fundamento real.
Exigen que se endurezcan las pruebas nacionales y aseveran que eso es una necesidad para detener la hemorragia de ignorancia que está desangrando al pueblo costarricense, a través de la mala utilización de sus impuestos. Piden volver a las clases magistrales exclusivamente, reconstruir aquellas viejas y repugnantes aulas con tarima para que el docente mire desde la altura de su sapiencia el enanismo cultural de sus alumnos. Vociferan para que se endurezca la mal llamada disciplina, ya que con ello los alumnos serán ciudadanos útiles, operativos, pragmáticos, domesticados y globalizados. También algunos sabihondos, que no son lo mismo que sabios profundos, se mofan de los pedagogos de hoy desacreditándolos a la ligera y superficialmente; refiriéndose despectivamente a la Pedagogía Crítica y a su didáctica democrática y achacando, al fin y al cabo, todo el problema a la “mediocridad” de los educadores y de las educadoras. Dicen que el Magisterio Nacional, sólo piensa en su estómago y en su pensión y no en el supuesto apostolado que debe ser su ejercicio; aunque lo ejerza desnutrido, en harapos, cargado de deudas económicas eternas y amparado por un reconocimiento social ficticio e hipócrita.
Para analizar qué sucede con la Educación del país, es necesario ser claros y precisos, porque en la pedagogía - ciencia y arte - todo es diáfano y cristalino si lo observamos y analizamos desde las entrañas del gigante dormido. Son cientos de años de experiencia acumulada para pensar y actuar tan ingenuamente como la elitocracia impone.
Los Sistemas Educativos y su Magisterio, cumplen en toda sociedad cinco Funciones vitales para su existencia, entre otras. A saber, esas funciones son la ideológica, la política, la económica, la social y la cultural.
Resumidamente se puede definir cada una de ellas de la siguiente manera:
a- IDEOLÓGICA: Transmitir para su reproducción, el sistema de valores construido por la clase dominante; es decir, su ideología. Esto es un imperativo de su hegemonía para la reproducción de sus privilegios y formas de concebir el mundo.
b- POLITICA: Bombardear al ciudadano-educando con los preceptos políticos que constituyen la plataforma operativa de la ideología dominante, bajo la aparentemente inocente premisa de su infalibilidad. El mejor sistema es el que ellos magnánimamente le ofrecen a las masas para su bienestar y felicidad.
c- ECONÓMICA: Formar todos los cuadros, técnicos y profesionales, que ocupa la clase dominante para reproducir su dominio económico y garantizarse esas necesarias relaciones de producción que profundizan, cada vez más, las brechas entre la minoría egoísta y las mayorías necesitadas y despojadas de lo esencial.
d- SOCIAL: Adaptar al ciudadano-educando para que viva de acuerdo con las normas, preceptos y papeles que la clase dominante crea para ellos; jamás prepararlo para conmocionar ese marco jurídico – religioso; en suma, ideológico y político que lo mantiene “domesticado”.
e- CULTURAL: Transmitir los conocimientos y la cultura que la clase dominante y su hegemonía, consideren indispensables para reproducir esta (su) sociedad y ese (su) estatus quo que a ella engorda, atipa y envalentona.
Cualquier educador o educadora, consciente o inconscientemente cumple con estas funciones, y no puede salirse por ningún agujero de esta situación descrita, porque el mismo sistema posee los mecanismos para reprimirlo, alinearlo o expulsarlo.
Ya no es un secreto que los profesionales más mal pagados son los del Magisterio Nacional, aunque hayan invertido en sus estudios la misma cantidad de años y esfuerzos que un médico, un odontólogo o un ingeniero. El reconocimiento social para el educador y la educadora es pura y repugnante retórica política. Es difícil negar que un servidor mal pagado, mal alimentado, vestido como un cromo durante todo el año; sin recursos didácticos, vendedor de rifas, de ropa y de cosméticos; cliente de varios autobuses al día, caminante de cuanto camino haya para llegar a una escuelita o colegio; asiduo viajero a Golfito, víctima de la inhumanidad con que es tratado muchas veces en el propio Ministerio de Educación Pública; y por si esto fuera poco, casi colega de aquellos educadores del Imperio Romano que recibían su salario 25 años después de haber iniciado su servicio; teniendo que empeñar sus utensilios, las joyas de su mujer y hasta pedir la comida a crédito en la fonda más cercana.
La educación del ciudadano-educando es algo que nunca ha estado al margen de las esferas políticas: le sirve a la clase dominante para perpetuar su poder y reproducir su conciencia. No es necesario efectuar pruebas para darnos cuenta que mucha gente en Costa Rica escribe caballo con ¨k¨ e ingeniero y educación con ¨h¨; de lo cual se poseen pruebas gráficas.
Si evaluáramos absolutamente todo el currículo de la educación nacional, nos encontraríamos con ¨sorpresas¨ más que increíbles. Sin embargo, esto no ha de extrañarnos en una sociedad como la nuestra, donde la hegemonía que prevalece no quiere ciudadanos inquietos, reflexivos y críticos.
Es ya famosa la frase de un ex presidente de la República en el sentido de que este es un país de “domesticados¨. En la Escuela se mata o aniquila cualquier intento de creatividad revolucionaria, porque las estructuras del Sistema Educativo son tan rígidas que quienes hagan caso omiso de ellas, pueden perecer rápidamente; aislados y vigilados como sujetos infiltrados y peligrosos.
Formamos ciudadanos sumisos, apáticos, desinteresados, egoístas, despreocupados, indiferentes, miedosos, acríticos, conformistas, incrédulos, débiles cultural y físicamente; en síntesis: ¨domesticados¨.
Vale la pena entonces, formularnos la siguiente pregunta: ¿A quién le sirve este tipo de ciudadanos y ciudadanas?, ¿Para qué tipo de Sociedad ellas y ellos son útiles y utilizables? Por supuesto que le sirve a nuestra clase dominante y a sus repugnantes privilegios, clase que no quiere cambios ni modificaciones estructurales y por ello sólo se refiere a lo sumativo; desde el punto de vista de la evaluación tradicional conductista. Tener ciudadanos inquietos, críticos y pensantes, significa que las cosas no seguirían como están por el resto de los siglos y el Ser Humano seguiría su ascenso innato hacia las transformaciones y los cambios dialécticos pensados.
El reto de todos los educadores y de todas las educadoras es comprender estas reglas del juego y asumir posiciones a favor de los cambios estructurales. De lo contrario, hacer pruebas rudas y secas cuyo contenido se olvida unas horas después de aplicadas; además de reprimir todo intento y deseos de transformar esa situación, será el premio a su descolorido quehacer y su desteñido futuro pedagógico.
Mientras tanto digamos... ¿Cuál crisis, señoras y señores de la oligarquía plutocrática?

Agosto de 1977

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